La primera sorpresa del Mallorca-Madrid es que ambos equipos empezaran el partido con once jugadores. En la Supercopa de final predeterminada, debería permitirse a los madridistas que alinearan simultáneamente a trece hombres, porque a veces no es suficiente con la buena voluntad arbitral. La primera sorpresa del Mallorca-Madrid es que ambos equipos empezaran el partido con once jugadores. En la Supercopa de final predeterminada, debería permitirse a los madridistas que alinearan simultáneamente a trece hombres, porque a veces no es suficiente con la buena voluntad arbitral.
La primera sorpresa del Mallorca-Madrid es que ambos equipos empezaran el partido con once jugadores. En la Supercopa de final predeterminada, debería permitirse a los madridistas que alinearan simultáneamente a trece hombres, porque a veces no es suficiente con la buena voluntad arbitral.
Para blindar la victoria blanca, Vinicius fue premiado con solo dos partidos de sanción tras atacar a un portero y un árbitro blancos. A partir de estos preparativos, la única misión del Mallorca consistía en evitar el ridículo. Con un marcador superior a los tres goles en contra, la Supercopa alcanzaba el rango de una maldición.
Al Mallorca no se le ha perdido nada en Arabia. En una degradación paulatina, el Mallorca no se ha perdido nada en Arabia y, en el último eslabón, el Mallorca no ha perdido nada enArabia. Los madridistas jugaban para ganar y los mallorquinistas para sobrevivir. No es agradable actuar de telonero pero, en la Liga, los isleños están protagonizando un desempeño muy superior a los blancos. Como siempre, en proporción a sus categorías respectivas.
La semifinal de la Supercopa se disputaba entre un equipo español y el Madrid, una legión extranjera donde Lucas Vázquez es el único jugador de la historia que puede presumir de alinearse en la mejor escuadra del mundo gracias a su pasaporte. Mientras los mallorquines sacrificados, en todos los sentidos, exprimían los minutos de la supervivencia, también los divos sobre el campo parecían despistados, deambulando sin rumbo en la sede de pago de la competición.
El exotismo imponía su ley, hasta el punto de que ninguna de las figuras estaba dispuesta a ofrecer su mejor versión. Mbappé se cansa de ser genial, con tres internadas en los tres minutos iniciales, antes de echarse a dormir una profunda siesta. El deportista incomprensible no es Rafael Nadal, sino los Tchouaméni y Camavinga que se niegan a ser estrellas a tiempo completo. Y Mojica es nuestro Curro Romero, anoche se desentendió del morlaco.
En el campo solo hay un vicio peor que la pereza, y es la lectura. Darder y Bellingham son los jugadores que piensan demasiado, en las antípodas del salvajismo brutalista (siga añadiendo adjetivos crueles, no agotará la confrontación) desplegado por Maffeo y Vinicius. El lateral mallorquinista se sabe de memoria a su rival. Serían la pareja ideal para uno de esos combates de púgiles enjaulados. No distinguen si están enArabia o en la Antártida, se odian lo suficiente para garantizar el espectáculo.
Arabia está demasiado lejos de Mallorca, y lo que allí ocurra apenas influye en nuestras vidas. La frase fatídica sería «ojalá no hubiéramos ido», pero el 3-0 final nos ahorra por muy poco este pronunciamiento patibulario. Los pupilos de Arrasate han hecho turismo, se han ilustrado, han conocido gente. La excursión cosmopolita es un justo premio a su primera mitad de la Liga, y hasta aquí queríamos llegar.
El Mallorca ya está salvado, una auténtica hazaña en el ecuador de la competición liguera, pero la temporada no ha acabado. El equipo tiene que vencer la tentación de la molicie. En cuanto al Madrid, carece de luminosidad y hubiera preferido perder con los mallorquinistas a caer ante el Barça, pero este dilema solo se resolverá el domingo.
Diario de Mallorca – Deportes